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DIOS CUIDA DE MI

sábado, 31 de diciembre de 2011

CRIANZA DE LOS HIJOS


La crianza de los hijos siempre ha sido delicada. Pero hoy más que nunca amerita dedicarle mayor atención. Es bueno, para un matrimonio, tener los hijos. Quizás esta sea la razón social más importante para la pareja. Desde hace bastante tiempo se ha planteado que la familia representa la sociedad en miniatura de que se trate en cualquier lugar o país. Y esto se debe a que en ella se gesta la procreación, generación y sustentación de valores espirituales y morales.

Es en el seno de la familia que el niño aprende a respetar. Respetar a sus mayores, los símbolos patrios, lo ajeno; incluyendo a la mujer y al hombre ajeno. Es en ella que aprendemos a amar. A amar a Dios y al prójimo. Amar a nuestra patria y a valorar lo que tenemos. Aprendemos el valor de las cosas.

Así nos damos cuenta del cuidado que debemos dar a lo alcanzado, lo que disfrutamos. Aprendemos a valorar a nuestros padres y sus esfuerzos por lograr lo mejor que puedan darnos.

También a conformarnos con lo que podemos alcanzar y conseguir. Aprendemos allí lo malo y lo bueno. Que es malo mentir y engañar y fingir. Que es bueno servir a los demás. Que la vida no tiene valor en sí misma sino se usa para el bien, para amar, para servir, para respetar, para obedecer, para ser fiel.

Que las deudas se deben pagar y que hay que ser agradecido. Que debemos dar honra al que merece honra, respeto al que me merece respeto, tributo al que merece tributo. Que no debemos deberle nada a nadie.

Pero en estos tiempos, los padres tenemos muchas cosas en contra. Ahora se le da más valor al sentido que a la razón. A las emociones que al raciocinio. Al gusto que al comedimiento. Es el siglo de las luces, y es ahora cuando existe más oscuridad. El engaño se presenta luminoso, la maldad se colorea, la mentira se viste de seda y ropaje finísimo; y todo este colorido deslumbra a nuestros hijos. Y toda esta maraña tiene un nombre: "Tecnología", "Posmodernidad", "Lo que Está en la cosa", "Lo de ahora", "Lo de este tiempo"; todo ello, con el propósito de dejar establecido que lo anterior no tiene valor, no vale la pena, es inútil. Está atrasado. Y no es que estamos en desacuerdo con los avances tecnológicos, lo cual debe servir para afianzar los valores y ayudarnos a vivir más provechosamente, sino que estamos en desacuerdo con que sean usados para introducir antivalores, para vivir descontroladamente, para amparar el mal y justificar lo injustificable.

Debemos enseñar a nuestros hijos que la vida es un batallar y que alcanzar lo verdaderamente bueno, cuesta. Que sin lucha, no se llega a la meta. Y que pase lo que pase podemos llegar a ella. Que no existe satisfacción verdadera si no se trabaja por ella.

"PROPÓSITOS DE AÑO NUEVO"


Tenía propósitos personales en este año que se frustraron unos y se realizaron, otros; quizás los menos. Tenía propósitos espirituales que se realizaron, pues en mi oración, el Señor me ha mantenido fiel. Pero he estado meditando en que, entiendo yo, es menester procurar el cumplimiento de la voluntad perfecta de Dios para mi vida. Y pensando en ello, he clarificado tres (3) aspectos a ámbitos en los cuales la Escritura me establece lo que Dios quiere. 1. En primer lugar, Dios quiere que le conozcamos. Y solo podemos hacerlo a través de Jesucristo. Él es la revelación de Dios. Debemos conformarnos a la persona de Cristo. 2. En segundo lugar, Dios quiere que seamos Luz. Esto es, que tengamos buen testimonio delante de Dios y de los hombres. Para ello, debemos desechar los rudimentos de este mundo pecador y perverso, y estar alerta a las artimañas del error y las asechanzas del enemigo. Nuestro fundamento es el amor no fingido. Debemos entregar nuestra vida total y completamente, aún hasta la muerte, a la voluntad de Dios. En Amor. 3. Y en tercer lugar, por último, el Señor quiere que llevemos fruto. Frutos dignos de arrepentimiento. Es decir, no ser hipócrita, perdonar y amar al prójimo. Desechando los malos pensamientos, la mentira, los pleitos, la ira, las contiendas, la maldad, la envidia, los egoísmos, el orgullo, la vanidad. Viviendo en el fruto del Espíritu: amor, gozo, fe, paz, humildad, mansedumbre, templanza (dominio propio). ¡Qué en este año nuestro propósito sea para la Gloria de Dios! ¡Qué en este nuevo año luchemos y lleguemos a: 1. Conocer a nuestro Dios. 2. Ser Luz, y 3. Llevar mucho fruto.