La Biblia dice que Dios puso eternidad en el corazón de los hombres. Eclesiastés 3: 11. Eclesiastés es el libro que describe al hombre natural, es decir, apartado de Dios. Sin embargo, mucho podemos aprender de el pues es palabra de Dios. El hombre vive buscando esta eternidad: ser feliz eternamente, descansar de su trabajo eternamente, tener paz eternamente. estar satisfecho consigo mismo y con los demás eternamente. Regocijarse eternamente. Buscan esto, y en cierto modo entienden, que Dios lo tiene y lo puede dar. Pero buscan a Dios palpando, como dice la Biblia (Hechos 17: 27) Dios se mostró en la Persona de Cristo. Él dice: "Venid a mi todos los que estáis trabajos y cargados, que yo les haré descansar...(S. Mateo 11: 28) y "Yo soy el pan de vida; el que a Mi viene, nunca tendrá hambre; y el que cree en Mi, no tendrá sed jamás". En Cristo se satisface todo eso de que hemos estado hablando. Y solo en Él. Y además, dice: "el que a Mi viene, Yo no le echo fuera". S. Juan 6: 35, 37. Ah! Pero el hombre quiere hacer como mejor le parece, y no como Dios dice. La Biblia en verdad es bastante sencilla, si vamos a ella con humildad. Es decir, no buscando nuestro provecho o deseo, sino queriendo obedecer a Dios en lo que ella dice. Y siendo sinceros con nosotros mismos y con Él. La Biblia es la Palabra de Dios, no una palabra para sentirnos bien. Es verdad que ella fortalece, guía, tranquiliza, sostiene y muchas otras cosas más; pero ella también dice qué somos: pecadores. Qué nos espera: "la paga del pecado es muerte". Que hay esperanza: Cristo murió por nosotros. Pero para que sea efectivo esto: Hay que ir a Él. Hay que aceptarle como Señor y Salvador. Y esto solo se puede hacer, si confesamos que somos pecadores y pedimos a Dios que nos perdone y entregamos nuestra vida a Cristo, y así recibir el Espíritu Santo, que es el sello de Dios (Dios mismo) que indica que somos de Dios. No sé si me entiendes. Pero si no me entiendes, pídele a Dios, sinceramente, que te ayude a entender. Es imposible venir a Dios orgullosamente, es decir, sin reconocer lo que somos . Esto es, sin reconocer que somos pecadores. A Dios no lo podemos engañar. Si no confiesas que eres pecador, haces a Dios mentiroso (1ra. Juan 1: 8, 9 y 10) En el mundo hay muchos mensajeros, incluyéndome a mi. Solo hay un mensaje de verdad o verdadero. Pero solo uno tiene el mensaje de verdad. Dios te bendiga!
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